¿Por qué deben usar gafas de sol los niños?

A menudo creemos que las gafas de sol en los niños son innecesarias, sin embargo, pueden prevenir algunos problemas futuros como cataratas o incluso tumores.

 

Está claro que, con el tiempo, nos hemos ido concienciando de que hay que protegernos (y proteger a los peques del sol).

Cuando bajamos a la playa o a la piscina, nunca falta en nuestro bolso la crema de protección solar -factor 50 mejor-. Incluso muchos papás, se van concienciando cada día más, y proteger a sus peques para bajar a jugar a la calle, algo que antes no se hacía y era impensable que unos papás echasen crema solar al niño solo por salir al parque.

Sin embargo, los tiempos cambian y, con ellos, nuestra forma de conocer los beneficios y peligros que tiene el sol. Cuanto menos una exposición prolongada sin ningún tipo de protección.

Los médicos, entre ellos dermatólogos, han conseguido que seamos consecuentes y nos protejamos contra los rayos del sol, sobre todo, en verano. Aun así, hay una tarea que todavía tenemos pendiente: la protección de la vista.

No podemos dejar que nuestros ojos y los de los niños queden al descubierto en verano, que es cuando los rayos del sol más penetran en nosotros.

De hecho, problemas como cataratas tienen relación con la exposición a los rayos ultravioletas. Otra de las patologías relacionadas con esto, son los tumores de párpado.

Por ello, os dejamos cinco recomendaciones para usar gafas de sol:

1. La exposición a los rayos es acumulativa

La exposición a los rayos es acumulativa. Como ya os hemos comentado, una exposición prolongada puede causar la aparición de cataras tempranas, así como tumores en el párpado. Por ello, proteger los ojos de los niños del sol es imprescindible desde los seis meses.

Las mejores gafas de sol para ellos tienen que ser cómodas, flexibles, que puedan, en definitiva, hacer lo que suelen hacer (correr, saltar, jugar), pero con gafas. Intentad que estén homologadas y ¡no os fieis de los días nublados! Igual que nos podemos quemar la piel cuando el cielo está más grisáceo, con los ojos también puede ocurrir.

2. Los cristales tienen que ser personalizados

Es decir, cuando tienen los ojos más claritos, se recomienda que las lentes sean de mayor absorción. Los de efecto espejo también son muy buenos porque reflejan la luz e impide que lleguen a los ojos. Igualmente, no os olvidéis de que las monturas se adapten a ellos.

3. ¡Cuidado con los colores!

Si las gafas suelen llevar los cristales marrones, grises o verdosos, es por algo. La razón es que son los que menos alteran la visión. Seguro que todos habéis probado unas gafas con la que todo os parece distinto y eso, es por el color del cristal.

4. Gafas de agua

Igual de importante son las gafas de sol como las de agua. Con unas gafas para nadar evitaremos infecciones como conjuntivitis.

5. La sombra es tu mejor aliada.

Los aires acondicionados suelen resecar mucho las mucosas (a los adultos también). Por esta razón, si nos vamos a la sombra, evitaremos que se les resequen los ojos y desarrollen el síndrome del ojo seco. Si vemos que, por cualquier razón, el niño tiende a tenderlos más secos, podemos usar lágrimas artificiales.

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Fuente: Carla Fuentes González, www.serpadres.es