Los problemas de visión como la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía o el estrabismo, deben tratarse a tiempo, para que no acaben por dificultar el aprendizaje del niño.Para ello el uso de gafas de vista en niños es fundamental. Su desarrollo, su capacidad motora y la psicomotricidad fina pueden verse afectadas, lo que puede llevarle a sentirse rechazado socialmente.
Así, por ejemplo, un niño que juega al baloncesto y tiene miopia, pero no lleva corrección, va a tener dificultades para moverse y encestar la pelota. Y como casi siempre pasa, este niño ya no podrá ser bien recibido en su equipo.
¿Cuáles son las gafas más adecuadas para los niños?
Las gafas no son sólo para las personas mayores, aunque presentan diferencias de adaptación, según la edad que tenga la persona. Los modelos no son los mismos para una persona mayor que para un niño. Las actividades y el medio social en el que se desenvuelven son muy distintos. Para un niño, el uso de gafas no es nada agradable. Muchos no consiguen adaptarse, otros se ven raros y feos, se olvidan de usarlas, no las cuidan y se quejan de que sus amigos se burlan de él.
En este caso, los padres deben animar al niño, haciéndole saber cuál es su importancia. Explícale que es la única forma de solucionar su problema en la vista. Búscale un modelo de gafas de acuerdo a su gusto y criterio. Hoy en día, la oferta es enorme. Se pueden encontrar infinitos colores y estampados en modelos muy variados a precios competitivos, dependiendo del tipo de lente elegida. Modelos como el de Harry Potter, el mago inglés, están de moda. Gracias a la aparición del brujito, muchos niños ya presumen de usar gafas.
¿Cómo elegir las gafas para tu hijo?
Gracias a la gran variedad de modelos de gafas que existen en el mercado, los niños pueden elegir el modelo que combine mejor con su rostro para sentirse más a gusto. Si vas a comprar unas gafas a tu hijo, respeta su opinión y elección. Para los niños, la mejor lente es la de policarbonato. Son más finas y seguras, disminuyendo así el riesgo de lesiones oculares en el caso de que se rompa. Se debe también prestar atención al tipo de patillas que tenga la montura. Deben ser firmes y estables para evitar que las gafas se caigan, pero que no deben ajustar demasiado para evitar los dolores de cabeza.
1. De 0 a 3 años de edad. La visión de los bebés debe ser examinada en sus primeros meses de vida durante sus revisiones con el pediatra. A los tres años de edad, es conveniente llevarle al oftalmólogo para que realice un examen más profundo. La prevención es esencial.
2. De 3 a 6 años de edad. Si tu hijo necesita usar gafas y no se las pone, puede terminar por desarrollar otros problemas asociados a la visión.
3. De 6 a 9 años de edad. A partir de esta edad, se pueden usar lentes de contacto.
4. A partir de los 11 años. Según los especialistas, lo más recomendable es que el niño solamente use lentes de contacto a partir de los once años, cuando tenga más responsabilidad y más control para hacerse cargo de la limpieza correcta que requieren las lentes de contacto. Si no se manipulan y usan con las medidas higiénicas adecuadas pueden causar infecciones más conocidas como conjuntivitis o queratitis.
¿Realmente las necesita?
En muchas ocasiones es complejo saber si tu pequeño necesita gafas o no, y más cuando tiene menos de 5 años.
Es recomendable acudir a un oftalmólogo en caso de tener cualquier tipo de sospecha de que el pequeño de la casa no ve correctamente o que realiza un esfuerzo extra al visualizar determinados objetos a distancia.
Es cierto que los niños, y más cuando son tan pequeños (5-6 años e incluso menos) no saben cómo tienen que ver, ni siquiera se comparan con sus compañeros de clase, pero existen ciertos síntomas que pueden alertar a los padres de que necesitan gafas, algunos de estos síntomas son:
– Tienen problemas para aprender. Un ejemplo muy típico es que se saltan palabras o frases al leer, no comprenden o no recuerdan lo que han leído o pierden la atención más fácilmente que el resto de compañeros de la clase.
– Parpadeo excesivo o guiños frecuentes.
– Se acerca mucho el papel cuando tiene que leer.
– Escribe con una postura extraña, por ejemplo, totalmente de lado.
– Le pican los ojos o se frota cada cierto tiempo.
– Le suele doler la cabeza al salir del colegio o por la noche.
– Dejan de interesarle los juegos al aire libre.
Si tu niño/a tiene alguno de estos síntomas, lo más recomendable es realizarle una serie de preguntas sencillas, y a partir de su contestación llevarlo al oftalmólogo, el cual detectará si necesita gafas o no.
Una vez en el oftalmólogo, este le realiza una serie de pruebas muy sencillas, como por ejemplo, le enseña E y posteriormente le pregunta hacia dónde están las patitas de la letra, le puede llegar a mostrar dibujos para comprobar cómo los ve e incluso, también le puede pedir que coja las alas de una mosca ficticia para saber si ve en relieve o no. Estas son algunas de las preguntas que les puede hacer, aunque dependiendo de las respuestas, posteriormente le hará otras preguntas o pruebas.
Estas pruebas pueden ser con aparatos que determinen la graduación exacta, la medida de sus radios corneales, la profundidad de foco de los ojos, la capacidad de enfoque u otras características que diagnostiquen como es la visión del niño.
Los problemas visuales más frecuentes en niños pequeños son:
– Miopía: su ojo es más grande de lo que necesita, de manera que enfoca los objetos por delante de la retina. Los objetos cercanos los ve claramente, mientras que los objetos lejanos los ve borrosos o no distingue las formas. La miopía se corrige fácilmente, pero también es verdad que normalmente aumenta con el paso del tiempo.
– Astigmatismo: la superficie del ojo del pequeño no es totalmente esférica, sino más bien parecida a la de un balón de rugby, por ello tiene una visión distorsionada con zonas claras y zonas borrosas. Aquellas personas que tienen astigmatismo de nacimiento no les suele mejorar con el paso del tiempo, pero tampoco les empeora. Si el astigmatismo que sufre el pequeño no provoca fatiga visual ni dolor de cabeza, no es necesario corregirla.
– Hipermetropía: su ojo es más pequeño de lo que necesita, de manera que enfoca los objetos por detrás de la retina. Esto hace que al niño le cueste enfocar y ver las cosas de cerca. Si dicha hipermetropía es leve, el pequeño no necesitará gafas y lo más probable es que desaparezca antes de que cumpla los 10 años. En caso de ser media o elevada, se le corregirá con lentes.
– Ojo vago: en ocasiones los problemas visuales pasan desapercibidos porque los niños ven bien, o aceptablemente por uno de los dos ojos. Esto hace que el cerebro anule la imagen de aquel ojo que no ve correctamente. Por ello, el pequeño termina por no utilizar el ojo “vago”, cuyo resultado con el paso del tiempo es que no desarrolle su función visual correctamente. El “ojo vago” hay que corregirlo lo antes posible, ya que, si no se corrige a tiempo, es posible que no logre el cien por cien de la visión con los dos ojos, ni siquiera utilizando gafas.
A partir de ahí, y teniendo una respuesta concreta, se debe de escoger el modelo de gafas que va a utilizar el pequeño.
Para ello recomendamos:
– Que escoja el niño las monturas que quiera para sus nuevas gafas.
– Los especialistas recomiendan cristales orgánicos, para que, en caso de caída, no haya ningún tipo de rotura.
– Sirven las lentes de policarbonato o materiales similares, ya que aseguran que el cristal es fino, pero duro.
– Se recomiendan que las nuevas gafas tengan una cinta que se ajuste a la cabeza, y más si el niño es inquieto o le gusta el deporte.
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Fuente: guiainfantil.com; optiveropticos.com